jueves, 14 de agosto de 2008

Esperanza en el Sur





Perdieron a sus seres queridos; sin embargo eso no los desalienta a salir adelante. Después de un año nuestros hermanos del sur no se detienen y buscan la manera de salir adelante, el gobierno se levanto e hizo campañas para apoyarlos, pero esto no fue suficiente para ellos. Yo como pisqueño puedo contar que fue lo que mis familiares sintieron en pleno terremoto y cual es el terror que ellos sienten por un pequeño movimiento de una mesa o del piso.

Pisco era un lugar muy concurrido por turistas y no dejaba de viajar todos los años, sobre todo en verano a visitar a mi familia, íbamos a la playa e incluso aprovechaba el turismo para practicar mi inglés. Fue trágico escuchar en las noticias que el epicentro se desato en la tierra donde yo nací; la mayoría de mi familia vive allá y tras enterarme de la noticia no dude en llamar a mi tía pero la línea no entraba; así que insistí, y cuando tuve la oportunidad de hablar con ella me contó llorando que su pierna se había quedado atorada con una pared de una casa. Gracias a la ayuda de un hombre ella se salvó, y su hijo fue protegido por un carrito sanguchero que estaba en la esquina donde se había quedado parada mi tía en pleno terremoto.

Días después me llamaron y con mi mama fuimos a esperar a mi tía y a mi tío que venían de emergencia a Lima; mi tío había sido aplastado por una casa y estaba completamente destrozado. Él ya no quería vivir; sin embargo, mis propios familiares lograron rescatarlos de los escombros, los heridos seguían llegando pero felizmente el resto de mi familia se salvó. Casi un mes la mayoría de mis familiares vinieron a vivir a mi casa para alejarse del mal augurio que había dejado nuestra tierra natal, pero felizmente hoy en día ellos me cuentan con tanta pena que Pisco no es lo mismo que antes.

El servicio de agua llega a las 5am y se corta a las 11am, Sedapal colabora con estas personas damnificadas para que llenen en bidones y no cuenten con servicio de agua potable durante todo el día para su aseo personal. Los precios de la manutención han subido e incluso tomar una moto que antes del terremoto costaba un sol, ahora cuesta un sol cincuenta, a veces hasta dos soles. A pesar de todo esto mis paisanos pisqueños siguen adelante; y son solo los pisqueños con garras y fuerzas como mi familia los que permanecen en su tierra.

Según ellos, Pisco recibe la ayuda de manera lenta; se venden departamentos cerca de la playa donde estas personas no quisieran vivir por temor al mar. Además, las casas que llegan como ayuda no llegan completas, les faltan techos, puertas o algo. Todas las calles de Pisco están destruidas hace un año, ellos viven en un lugar donde a ninguno de nosotros nos gustaría vivir, pero a pesar de todo esto ellos no pierden la esperanza de volver a rehacer Pisco el lugar donde alguna vez San Martín tuvo su sueño e imagino la bandera peruana. Un año después los pisqueños siguen a paso firme, pero temerosos por la delincuencia, el abuso, la corrupción y el autoritarismo.


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